Miro hacia abajo, con mis manos apoyadas en mis rodillas y mi cuerpo apoyado en la silla de madera. A mi alrededor, siluetas humanas susurran airadamente entre si, y cada vez que alguno de sus ojos voltea a mirarme....
Me quito el sudor de las manos en el pantalón. Días así, sin opción a levantarme y defenderme. Todos tienen un turno para señalarme y explicar a viva voz porque no tengo opción y debo seguir el camino que me corresponde.
Sus ojos se desorbitan mientras se dirigen a los demás, recordando a todos los presentes que me tome toda esta situación como un arte, como un juego. Que por mi actitud pretenciosa le hice bastante daño, y no paran de levantar el brazo y apuntar a ella.
Ella...con la mirada gacha evita que pueda mirarla directamente. Prefiere que sea juzgado sin tener la oportunidad de defenderme. Esto es un espectáculo para todos. En esta suerte de circo romano, todos esperan con ansiedad su turno de hablar, y enfocarse en su presa, sentada e inmóvil.
Bondad me trajo aquí...la bondad me dijo que nadie saldría herido...y por mas que Verdad me dijo que no era lo correcto, seguí a Bondad. Suya es la culpa de que no tenga otra opción mas que quedarme sentado sin poder hacer nada para defenderme.
No hay nada que hacer cuando te adjudicas a ti mismo responsabilidades que no fueron tuyas desde el principio.
18 may 2016
Ella
Esta aún a mi lado, ha permanecido tan callada tanto tiempo que pensé que se había ido. Me toca poco a poco y me transmite el sentimiento de miedo que hace mucho solía sentir a diario, me mira con sus ojos ojerosos y puedo ver en ellos una profunda tristeza acumulada a lo largo de los años.

Sí, sólo somos ella y yo mirándonos al mismo tiempo y recordándonos la existencia de ambas a través de este maldito espejo.
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