Ya
era martes 10 de Enero por la tarde; y efectivamente era muy tarde para su cita
con Sofía. Salió disparado de la facultad muy entusiasmado, llegó el día de
poder estar con la hermosa chica de ojos verdes, apreciarla mas de cerca,
sentir su aliento de miles de aromas junto a su boca, se imagino miles de cosas
que podrían pasar ese día, ese maravilloso martes. Llevaba su terno oscuro por
la presentación que había dado como
prueba final, le agrado ver su imagen en el reflejo de la vitrina del
restaurante; estaba muy atractivo ese día, perfecto.
Revisó
su celular, era demasiado tarde. Tomó un taxi, entró al primero que paró. Sacó
su celular del bolsillo de su saco, se estaba mensaje-ando con Ana, una de sus
amigas, contándole lo alegre que estaba por ese día, pero se detuvo; por mucho
tiempo no había dejado su celular de lado, siempre estaba con él, por muchos
años no había visto por la ventana como lo hacía antes y solo por esa vez
después de tanto chat y mensajes lo dejo de lado y miró el camino hasta su
casa. La Avenida Cayma parecía mas larga
cada año, con edificios que rosaban las nubes, centros de entretenimiento,
centros comerciales, había básicamente de todo y él se dio cuenta del enorme
cambio, ya nada es como antes, todo va mejorando, las cosas se hacen mas
grandes y civilizadas; sinceramente eso le agradaba, era mejor que retroceder.
Recordó
cuando niño visitaba ese espacio recreativo donde habían un montón de maquinas
para jugar y que ahora es un casino, algo más cómodo y divertido para su edad.
Porque todo se le era fácil, es decir, todo le había salido bien respecto a su
plan de vida; no había tenido ningún problema hasta ese punto, tenía la
profesión que quería, tenia buenos amigos, iba a fiestas a menudo (también
hacia fiestas en su casa) y lo mejor de
todo, estaba a punto de salir con la chica más bella que pudo haber querido. La
conoció hace más de ocho meses, en ese momento él estaba saliendo con Natalia
pero dejo la relación al darse cuenta que no congeniaban bien y por la dulce
imagen de niña nueva, recién entrada a la universidad en la facultad de
contabilidad; a penas la vio sabia que ella sería la siguiente, moriría por un
beso de los labios carmín, con esa mirada alegre, entusiasta, eufórica, era
todo lo que podía pedir en una mujer y la quería para él así que se esforzó
mucho en poder conocerla gracias a una amiga en común que tenían ambos. Poco a
poco se fue acercando más y sin pensarlo dos veces la invito a salir, ella
acepto y su corazón tenía dueña; estaba muriendo por verla.
Llegó
a su casa ya un cuarto para las seis, no tuvo tiempo para saludar a su mamá que
lo recibió muy contenta, ni a su hermana que se encontraba en la computadora,
apenas llegó, subió de inmediato a su cuarto, sacó toda la ropa del armario y
se desvistió muy atléticamente; sacó del montón una camisa a cuadros, un
pantalón oscuro y por último sus zapatillas nuevas. De pronto escucho el sonido
del teléfono...
"Aló"
su mamá había respondido. "¿Si? Pero ahora está ocupado" contesto,
"No, la verdad es que no" silencio "De acuerdo, si sé de quién
me está hablando" otro silencio, más aterrador "¿Cuando...?" su
rostro se fue palideciendo, no conocía la persona que le hablaba pero si de la
que le hablaba, se quedó pensando con el teléfono en la mano, pensando en
muchas cosas incoherentes y sobre todo, tratando de recordar.
"Gracias" colgó.
Su
celular sonó, lo revisó pero no tenía tiempo de leerlo así que lo lanzó encima
de su cama mientras que terminaba de alistarse. Era demasiado tarde.
-¿Que
ha pasado? ¿Quién era mamá?- le preguntó su hija al ver su semblante
oscurecido.
-No
era nadie.
-¿Entonces
porque estas así?
-Por
favor hija, no me vengas con tus preguntas ahora- se amargo y se largo hacia la
cocina.
-Mamá
ya me voy- en ese instante él baja, su madre se sorprendió por lo guapo que
estaba ese día pero luego bajo la mirada.
-¿Estás
bien mamá?- le preguntó preocupado.
-Si
hijito, estoy bien ¿a dónde vas a ir?- cambió de tema.
-Al
Real con Sofía- respondió con una enorme sonrisa que cautivo a su madre; ella
pensó entonces no decirle nada, no quería ver a su hijo mal ese día, quería
ante todo que fuera feliz.
-
No demores- le dio su beso.
Salió
apresurado de su casa, y de nuevo tomo un taxi hasta el Real Plaza. En verdad
el camino desde su casa hasta el centro comercial era relativamente corto pero
no tenía tiempo como para caminar. Estaban ya a dos cuadras y sintió temor de
que Sofía ya estuviera allí, así que sacó su celular dispuesto a escribirle un
mensaje diciéndole que ya estaba en camino, pero cuando revisó la entrada, se
dio cuenta que había un mensaje nuevo, era de Gerardo, lo abrió.
Bajó
del taxi sin prisa y casi sin aliento; no podía creer lo que había leído, no
podía emanar ni un gesto, ni una lagrima y ni un grito (aunque en el fondo
quería); se había quedado seco de emociones, no encontraba el sentimiento
adecuado. ¿Cómo podría reaccionar ante tal noticia? Paso rápido lo que decía el
mensaje, se quedo mirando perplejo el nombre que en él estaba escrito:
Catalina.
Aún
así no lo podía creer, no cabía en su cabeza tal hecho. Se afligió por un
momento mientras que trataba de recordar algo más de ella, no encontró mucho;
estaba triste pero no sabía porque si es que ella no significó mucho,
porque fue un amor perdido, un amor que
amo, uso, re uso hasta gastarla, entonces se fue, uno de los dos se fue, no
recordó quien.
Entro
al Real Plaza con la imagen de ella en la mente, recordó a penas su rostro;
cabello castaño ondeado, lo llevaba corto hasta los hombres cuando salían, ojos
color chocolate, labios rosas y sus pecas, tenia pecas sobre la nariz, un poco
en las mejillas y en la comisura de los labios, era ese tipo de niña que
emanaban dulzura con la mirada, si, era dulce y tierna, fue lo que mas recordó
de ella. Era esbelta, eterno cuerpo de niña con corazón de mujer; las pestañas
eran largas y oscuras, sonrisa de criatura.
Ya
no estaba, desapareció, murió una muerta porque la había tomado por una, desde
hace mucho que no sabía absolutamente nada de ella hasta ahora que se supo
extraviada, perdida, fallecida. Quiso llorar pero no encontró el motivo ni la
inspiración, solo no podía dejar de pensar en ella, solo en ella, no en su
amor, quizás ese fue el error, olvidarle.
Mientras
más trataba de entrar en sus recuerdos, menos encontraba de ella, no significó
mucho, para nada, pero dolía, quizás una tibieza melancólica se le entro al
corazón por accidente, no debería ser así.
Sofia
lo vio desde la segunda planta, en cuanto entro, se manifestó con una enorme
sonrisa pero él no lo noto, así que bajo rapidísimo para poder correr hacia él.
Estaba hermosa, se había dedicado bastante tiempo para ponerse bonita para él
pero se dio cuenta que no lo notó, que no notaba nada.
-Hola-
lo saludo entusiasta mientras que le daba un enorme abrazo y dos besos en la
mejilla.
-Hola-
respondió sonámbulo.
-¿Estas bien?
-Si,
todo esta bien- fingió una sonrisa.
-No,
no estas bien- se alejó de él para verlo bien.
-Si
lo estoy, en serio, solo...- miró su celular y pensó, siguió pensando.
-¿Ha
pasado algo?
-Algo
así, bueno, no lo sé- guardó su celular y se llevó la mano a la cara para sacarse
su imagen de la cabeza y los leves recuerdos.
Ella
lo miró extraño.
-Cuéntame.
-Sofi-
la miró con ojos tristes -realmente lo lamento ha surgido una urgencia, tengo
que irme, ¿crees que podríamos cambiar la fecha?
Se
quedó en silencio por un largo tiempo pero luego asintió con una minúscula
sonrisa.
-¿Cuando
te enteraste de esto?-preguntó preocupado por celular mientras que estaba
camino a su casa.
-Hoy
en la mañana- respondió Gerardo al otro lado del celular.
-¿Quien
te lo dijo?
-Alison,
me dijo que falleció ayer a las once, cerca de las doce, no sé, oye cálmate-
trataba de tranquilizarlo.
-¡Crees
que esto es como para estar calmado! Solo quiero que me des detalles ¿de
acuerdo?- bajó su tono de voz al escucharse exagerado. Aún tenía muchas dudas
en su cabeza y estaba mal, estaba cansado, triste, derrotado, algo lo conmovía.
-De
acuerdo, yo también la conocí, sé que ella significó mucho para ti en su
momento, pero no podemos retroceder...
-¿De
qué murió?- preguntó desesperado.
-Alison
dice que fue diagnosticado, se supone que fue cáncer, ella tampoco sabe mucho,
también recién se acababa de enterar.
-¿Sabes
quién puede saber?- volvió a preguntar.
-No
lo sé, estuve en Facebook tratando de averiguar, todo el mundo está loco, nadie
sabe nada, dicen que ella desapareció hace más de un año y de la nada ahora,
muerta.
-¿Pamela
sabe algo?- preguntó
-No
responde, están de luto.
-¿Morelia?
¿Raquel? ¿Diana? Alguien debe saber algo Gerardo- volvió a desesperarse.
-Ya
te dije que están de luto, nadie responde y los únicos que me han contestado
dicen que no saben porque murió, nadie sabe.
-Espera...
¿hace cuanto se lo diagnosticaron?- se detuvo un momento al notar que casi un
auto lo choca.
-Hace
más de un año- ¡Mierda! hace más de un año.
-¡Y
porque carajo nadie me dijo nada!- se exaltó con odio, lo habían alejado de
ella, habían hecho que ni siquiera la viera en sus últimos días, encolerizó.
-Porque
nadie sabía nada, ya te lo dije- Colgó, pero aun con más preguntas.
Escrito por: Catalina Guzmán