Las leyendas etéreas nos susurran: nos hablan a través del tiempo. Solo los que tienen la oreja atenta, oyen, y si oyen, entienden. Hace mucho tiempo, vivía un minero conocido como Agnos. El hombre era una leyenda en carne y hueso: debido a sus brazos corpulentos y sentido de la ubicación, Agnos podía buscar materiales incluso si jamás los habia visto en su vida, y siempre tenia la certeza de saber cual era cual al momento de encontrarlos. Nunca le había fallado a ningún cliente, y eso le dio fama por toda la Dimensión Srut. Sin embargo, la mayor de sus virtudes era uno de sus mayores defectos: era muy ignorante. Si alguien le hubiera pedido a cualquier minero que le consiga fuego cristalizado, llanto de rocas u otras gemas ficticias, el minero jamás las habría encontrado, y de haberlo hecho, no podría extraerlas sin que pierdan su forma natural. Para Agnos, las leyes de la física simplemente no existían: para el no existían imposibles.
Fue precisamente en su último viaje, donde las cosas cambiaron de bien para mal. Un demonio emisario de Lilith llego a su forja, en las entradas de las Cuevas Dilespa. Le encargo conseguir un objeto muy preciado en los libros de brujería: esencia de alma. Sin rechistar, y feliz de tener un nuevo encargo, Agnos se acomodó el pico a la espalda, tomo una antorcha e ingreso en las Cuevas Dilespa. No había pasado más alla del fondo de la gruta, cuando comenzó a escuchar los gritos ensordecedores de los espíritus errantes de la cueva. Sin embargo, fueron estos gritos quienes levantaron el ánimo de Agnos: precisamente, necesitaba la esencia de alma que los espíritus guardaban. Bajando por un boquete del suelo, llego a un recoveco iluminado por el fuego de su antorcha y el reflejo de este en las piedras preciosas que brotaban del techo de la cueva.
-¿Puedes apagar el fuego? Se siente muy vivo... no quiero recordar...
Sí, por primera vez en su vida, Agnos conoció lo que era el miedo. Aquella voz femenina solo podía venir de ultratumba, pero sin embargo una silueta femenina se quedaba sentada mirando al suelo, melancólica, desanimada, muerta.
-Apagalo, por favor, esta muy vivo...el calor, la luz...tu solo quieres mi esencia verdad?
-Me temo que sí... pero por lo menos ahora descansarás en paz.
-Muy bien. Mi nombre es Abraxas, llevame a tu forja. Quiero descansar, pero también quiero abandonar esta forma etérea para siempre.
Cuando Abraxas se acerco a Agnos, este sintió como todo el calor de su cuerpo lo abandonaba: el aire se volvia pesado y cada vez tenia más dificultades para respirar. Sin embargo, tomó a Abraxas de la mano como a una compañera, y con la antorcha apagada, emprendió el camino de regreso. Sin embargo, para cuando hubo regresado a su forja, vio con horror el cadaver putrefacto del emisario lilithiense. A punto de desfallecer de la sorpresa, se llevo la antorcha al pecho para calentarse con las pocas cenizas que quedaban. Pero en vez de sentir su pecho, sintió una barba cana, larga y tupida. La juventud que poseia lo había abandonado, y toda su fuerza se habia ido con la marcha del tiempo.
-Pobre Agnos, tan absorto llevandome entre los pasadizos, que no supiste cuanto tiempo estuvimos dentro. Ha pasado un año desde que me encontraste.
Dicho esto, el epíritu entro en el cuerpo de Agnos, revitalizandolo por un breve periodo de tiempo. Agnos comenzó a trabajar: se corto una mano, una pierna, otr apierna. Poco a poco, comenzó a mutilar su cuerpo con su unico brazo. Solo con su mano, pasaba las piezas de su cuerpo por el fuego de la forja, la martilleaba como si del mismo metal se tratara, haciendola añicos y pequeños trozos. Cuando hubo acabado, recogio todos los trozos y dejandose caer sobre un hacha, se corto el último brazo. Abraxas abandono su cuerpo, y recogiendolo, comenzó a repetir el mismo trabajo. Poco a poco, el cuerpo de Agnos quedo reducido a cenizas y pedazos de carne calcinada. Luego, Abraxas recogio los restos y lanzando un grito desgarrador, los tomo en sus manos y comenzó a presionarlos uno contra otro. A medida que más presionaba, su presencia ocmenzaba desvaneceser como si de tan solo niebla se tratara, y los gritos eran más fuertes. Agudos, desgarradores, resonando en cada pared de las cuevas. Hasta que no quedó rastro de su espíritu, cayeron al suelo 2 piedras: una roja y otra negra. Estas son las piedras Abraxas, capaces de otorgar a su portador la habilidad de infundir miedo a sus enemigos y poder entrar en la dimensión de espectros por cierto tiempo. Codiciadas por muchos, pueden ser tuyas! Solo pido...
-Blablabla, ten 1 moneda de oro y dame las benditas piedras. No pienses que me crea una sola palabra de lo que me dices, pero estoy seguro que se veran muy bien en la estanteria de mi nueva joyería.
ESA. Esa fucking foto chota es la razón de porque quiero aprender a dibujar. Maldición, se ve muy feo el fondo blanco de la foto con el fondo negro del blog, pero tengo muchas cosas por hacer, que apenas me ha dado tiempo para esto. Hey! Es una leyenda de la dimensión Srut! Las piedras Abraxas. Abraxas, ese nombre es muy bonito. Pero no para una persona. En fin, nueva historia, subida semanal, así que disfruten. Que tengan buenas noches.
PD: La ptm, otra vez historias medio sentimentales. Por lo menos esta no esta tan sentimental como la del druida espectro. No puedo esperar a subir esto a DeviantArt.
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